Los asteroides del Sistema Solar no siempre tienen órbitas definidas, la gravedad de los planetas afecta en su trayectoria cuando tiene un paso cercano. Júpiter y Saturno son dos planetas ejemplo de ello, pero si tenemos que darle las gracias a uno de los dos, Júpiter es nuestro protector, al igual que lo hace nuestro satélite, sólo hay que verlo repleto de cráteres de impacto.
A lo largo de la historia, Júpiter ha sido una ‘aspiradora’ de asteroides y cometas, sólo tenemos que recordar el caso del cometa Shoemaker Levy 9 y los impactos de asteroides de 2008, 2010 y 2012 observados con telescopios de aficionado. Otras veces, el gigante ha servido de catapulta de asteroides desviándolos hacia el interior del sistema, al igual que otras veces los ha expulsado hacia el exterior o mantenido en órbita.
Otro de los planetas que vemos lleno de cráteres de impacto es Mercurio, un planeta rocoso pequeño, el primero que gira entorno al Sol. La gravedad del Sol afecta a los asteroides que andan ‘sueltos’ atraiéndolos y haciéndolos colisionar con los planetas internos al Cinturón de Asteroides. Venus también presenta en su superficie restos de impacto, pero al tener una geología activa en vulcanología, muchos de ellos se cubren de lava y terminan por desaparecer. Marte también presenta restos de impacto y los propios asteroides también.
Actualmente vivimos en unas fechas en las que la actividad de bombardeo es mínima, por no decir nula. Todos los días nuestro planeta registra entradas del orden de 100 Toneladas de material extraterrestre y no nos enteremos, pero la duda viene cuando nos enteramos que una roca de cierto tamaño se aproxima a La Tierra ¿Hasta qué punto puede ser peligro?
Podemos decir entonces que nuestro planeta no está libre de impactos, que han habido y probablemente lo habrán, pero… ¿Hasta qué punto son peligrosos? (Preguntárselo a los dinosaurios).
El riesgo de impacto de un asteroide depende de su tamaño, y el daño que puede producir también depende del tamaño además de su composición. Si el impactador es de roca, éste absorve parte de la energía cinética y el daño es más suave que uno metálico.
El cielo está constantemente rastreado por telescopios y cámaras, pero aún así tenemos que seguir vigilando estas rocas, porque si miden menos de un kilómetro, se hacen casi indetectables. Los que miden menos de 25 metros, prácticamente se desintegran en la atmósfera, producen fulgaraciones por su fragmentación y caen a tierra pequeños fragmentos, denominados meteoritos, con la excepción de algunos casos, como el de Chelyabinsk (2013) cuya masa principal cayó en el fondo de un lago, con un tamaño de metro y medio aproximadamente.
Al igual que tenemos una escala para medir el índice de peligrosidad de un terremoto, para medir el índice de gravedad producido por un asteroide, o cometa, utilizamos la escala de Torino:
0.- No existe peligro
1.- Requieren nuevos cálculos
2, 3 y 4.- Requieren atención por los astrónomos, existe un 1% de probabilidad de impacto
5, 6 y 7.- Encuentro muy cercano con riesgo de impacto
8, 9 y 10.- Impacto seguro. Podría producir tsunamis en caso de impacto en el mar, una devastación regional-continental e incluso global,o ser un destructor.
De la gráfica, podemos concluir aproximadamente una escala temporal de impactos, lo que llamamos la escala de Broomfield Hazard:
A todo esto, podemos estar seguros para los próximos 100 años, ninguno de los que se tienen controlados presentan riesgos de impacto, pero no nos podemos fiar de los que vienen cara al Sol, por eso tenemos que estar constantemente monitoreando el cielo en busca de estos peligros, una tarea pro-am que no podemos dejar escapar. ¿Te apuntas?
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